Eduardo Grossman

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Flora y Fauna

El día: salir a la calle, caminar por Buenos Aires, otear imágenes como si no se tratara más que de eso el descubrimiento de soledades vegetales. Y la flora relativa, desamparada, intrusa en la ciudad enemiga. Sin embargo el bosque, árboles de brujas con mechas en columpio, deshilachadas por el viento.
La noche: movimiento continuo, música, desorden de colores que entretienen danzando su atrevida forma tras la lente
El día: luz y sombra, nubarrones, ciudad desencantada. Ángeles tristes contra cielos radiantes o cielos borrachos de gris. En el bosque maderas de ceniza, retratos en blanco y negro.
La noche: colores otra vez, estridentes en el encierro de humo, caras que exultan su permanencia en la vida (¿seres como arboles?). Una mujer de pelo rojo luce brazos de escultura contra fondo azul de tela, panza de nácar al aire, pulseras. Aquí los jóvenes estuvieron bailando un tango mientras en otro lugar gastan sus galas de rebeldía, colores como camisetas de fútbol. (Qué es la luz. A lo mejor una ilusión sobre papel de excelente calidad)

El día: gente que duerme hasta tarde.
La noche: árboles ambiguos. Detrás de la lente la mirada persiste, perro de caza acostumbrado al amo, a su voz, a su gesto que lo lanza hacia la presa. Imposible resistir.

Chela Grossman.

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